En el ruidoso borde de la ciudad, o en el rincón tranquilo del parque de atracciones, siempre hay una zona llena de risas, donde está el paraíso para el automóvil. En este pequeño mundo, no hay límite de velocidad, no hay reglas del camino, solo una alegría interminable de risas y colisiones. Los autos de parachoques, este aparentemente simple pero lleno de viajes mágicos, con su encanto único, se ha convertido en un puente a través del límite de edad, conectando a las personas. No es solo una forma de entretenimiento, sino también una liberación emocional, un regreso a la experiencia de la inocencia.